La filosofía analítica constituye un amplio
movimiento filosófico, que se extiende durante gran parte del siglo XX. Su
máximo inspirador fue Wittgenstein (1889-1951).
El pensamiento analítico se desarrolló a través de tres
corrientes, en gran medida, sucesivas:
1.- El atomismo lógico, defendido por Wittgenstein en
su obra Tractatus logico-philosophicus, y también por Russell, aunque con
notables diferencias de matiz;
2.- El neopositivismo lógico, que se inspiró en el
citado Tractatus, interpretándolo de un modo radicalmente empirista.
3.- La filosofía analítica, impulsada por una obra
posterior de Wittgenstein titulada Investigaciones filosóficas. Esta segunda
obra significó un giro importante en el pensamiento de este, hasta el punto de
que muchos hablan de «dos Wittgenstein»: el del Tractatus y el de las
Investigaciones filosóficas.
Las tres corrientes comparten los siguientes rasgos:
•
Una actitud claramente empirista, que se remonta a
Hume;
•
Una atención especial al estudio del lenguaje, aun
cuando la concepción de este no es la misma en las tres corrientes citadas;
•
La convicción, en fin, de que el análisis del lenguaje
constituye el método y la tarea propios de la filosofía, aunque el análisis no
se practica del mismo modo por todos ellos, como consecuencia de su distinta
concepción del lenguaje.
1. EL ATOMISMO LÓGICO: RUSSELL Y EL TRACTATUS
Russell y la filosofía del atomismo lógico
Lenguaje y realidad: el descubrimiento de
la estructura y de los elementos de lo real, se basa en dos tesis o afirmaciones
1.- Correspondencia entre lenguaje y realidad:
existe una correspondencia isomórfica entre el lenguaje y la realidad lo
cual significa que los hechos tienen una estructura lógico-lingüística, de modo
que la estructura de los hechos se corresponde con la estructura de las
proposiciones, del lenguaje.
2.- El lenguaje ideal: El lenguaje que
retrata la realidad no es la lengua común, o lenguaje ordinario, lleno de
imprecisiones y de deficiencias, sino un lenguaje ideal, un lenguaje
lógicamente perfecto.
3. Y la postulación, en fin, de que existen objetos simples
que constituyen el significado de los términos simples del lenguaje.
WITTGEGENSTEIN.
Biografía: (Viena, actual Austria,
1889-Cambridge, Reino Unido, 1951).
Filósofo británico de origen austriaco. Hijo de un importante industrial
del acero, estudió ingeniería en Berlín y en Manchester, donde trabajó como
investigador en el campo de la aeronáutica durante tres años. Empezó entonces a
interesarse por las matemáticas y sus fundamentos filosóficos, y se trasladó a
Cambridge para estudiar lógica bajo la dirección de Bertrand Russell
(1912-1913). En ese tiempo tomaron cuerpo las ideas que luego desarrolló en su
Tractatus, obra que redactó durante la Primera Guerra Mundial, en la cual
combatió como voluntario del ejército austriaco. Al reincorporarse a la vida
civil, renunció a la fortuna heredada de su padre en favor de dos de sus
hermanas. Siguieron unos años de alejamiento de la filosofía durante los que
fue maestro de escuela (1920-1926), para ocuparse luego como arquitecto del
proyecto y la edificación de la residencia en Viena de una de sus hermanas. En
1929 regresó a Cambridge para dedicarse de nuevo a la filosofía, y ese mismo
año obtuvo el doctorado tras presentar como tesis el Tractatus ante un tribunal
formado por B. Russell y G. E. Moore (a quien Wittgenstein sucedió en la
cátedra de filosofía diez años más tarde). En 1947 abandonó la enseñanza,
insatisfecho con su labor como profesor y deseoso de «pensar en soledad».
Su filosofía suele considerarse dividida en dos fases, la
segunda de ellas caracterizada por una crítica radical de las tesis defendidas
en la primera; existen, con todo, rasgos comunes a ambas, como el interés por
analizar el lenguaje como método de reflexión filosófica.
El primer Wittgenstein está representado por el Tractatus,
conjunto de aforismos escritos con un lenguaje bastante críptico, que,
inspirados en el atomismo lógico de Russell.
El segundo Wittgenstein, sin embargo, sometió a crítica el
supuesto básico del Tractatus de que la lógica posee una relación privilegiada
con la estructura del mundo. Ambas precisiones muestran la nueva preocupación
del autor por integrar el lenguaje en el complejo de la acción y de la
sociedad, abandonando la idea de hallar un modelo ideal que no derivase en un
reduccionismo. Wittgenstein fue una figura crucial en el desarrollo de la
filosofía analítica posterior tanto por su influencia sobre algunos miembros
del llamado Círculo de Viena –aunque él no fuera un positivista lógico– como
por el magisterio que ejerció desde Cambridge, donde se desarrollaría la
llamada filosofía del lenguaje ordinario.
El Tractatus de Wittgenstein: los límites del lenguaje
y la función de la filosofía
Las tesis más importantes del atomismo desarrollada por
Russell son compartidas también por Wittgenstein en su Tractatus:
1) La estructura de los hechos se corresponde con la
estructura o forma del lenguaje («lenguaje-retrato»).
2) El recurso a un lenguaje ideal, dado que el lenguaje
ordinario (la lengua común) es lógicamente deficiente y con frecuencia «encubre
la forma lógica».
3) La interpretación referencialista del significado.
4) Y la postulación, en fin, de que existen objetos simples
que constituyen el significado de los términos simples del lenguaje.
Diferencias entre Russell y Wittgenstein.
Mientras que Russell parece directamente interesado en la
construcción de un sistema filosófico», la intención última de Wittgenstein
parece dirigirse, más bien, a determinar los límites del lenguaje -qué
puede decirse con sentido- y a establecer cuál es la función especifica de
la filosofía.
«Decir» y «mostrar». Los límites del lenguaje
En el Tractatus se establece una distinción
fundamental entre «decir» y mostrar». Esta distinción viene, en cierto
modo, exigida por la propia concepción del lenguaje como retrato o figura de la
realidad. En efecto, esta concepción parece llevar inevitablemente a una
posición paradójica: así como no es posible «retratar» la semejanza que existe
entre un retrato y el objeto retratado, tampoco será posible «decir» (=
expresar mediante enunciados) la forma lógica que es común al lenguaje y a la
realidad. Un retrato no puede retratar la semejanza que existe entre él y lo
retratado, pero la exhibe, la muestra: «la figura no puede figurar su
forma de figuración; la muestra». No
existe una correspondencia exacta entre el lenguaje y la realidad.
La función de la filosofía
La filosofía no es una ciencia al lado de las demás
ciencias, no puede ser considerada una «ciencia natural» como las demás, ya
que no tiene un objeto propio de investigación comparable al de ellas: al
filósofo no le corresponde investigar acerca de la materia, ya que esta es de
la competencia del físico; no le corresponde hablar acerca de la sociedad, ya
que esta es competencia del sociólogo; etc.
Para Wittgenstein, la filosofía es una actividad que
consiste en clarificar el lenguaje: los problemas que tradicionalmente
se han considerado «filosóficos», provienen de confusiones y de falta de
claridad en el lenguaje. Tales problemas no tendrían lugar en el caso de un
lenguaje ideal, lógicamente perfecto.
18.2. EL NEOPOSITIVISMO LÓGICO
Tuvo su origen y su esplendor en el período comprendido
entre las dos guerras mundiales, bajo el impulso de un grupo de filósofos y
científicos denominado «Círculo de Viena»: Schlick, Neurath, Carnap, etc.
En líneas generales, su actitud filosófica es muy próxima
a la de Hume, por su empirismo radical y por su rechazo de la metafísica,
entendida como un sistema de conocimientos más allá de la experiencia sensible.
De Hume se distinguen, sin embargo, por la importancia que conceden al lenguaje
como objeto exclusivo de la actividad filosófica.
El lenguaje y la actividad filosófica
En vez de preguntarnos -como hicieron los empiristas
clásicos y Kant « ¿qué podemos conocer?», es más adecuado preguntarnos « ¿qué
podemos decir, de modo que nuestras afirmaciones tengan sentido, significado?».
Tipos de proposiciones científicas
Los neopositivistas siguen a Hume, distinguiendo
únicamente dos tipos de proposiciones: las proposiciones formales, analíticas
(relaciones de ideas de Hume), que son propias de las ciencias formales (lógica
y matemáticas), y las proposiciones empíricas (conocimiento de hechos de
Hume), propias de las ciencias no-formales, empíricas.
•
Las proposiciones formales: (lógica y
matemáticas) se caracterizan porque no ofrecen información alguna acerca de
hechos, acerca de lo que hay u ocurre en el universo; por tanto, su verdad no
depende en absoluto de los hechos. Se trata de tautologías.
•
Las proposiciones empíricas: (propias del resto
de las ciencias: física, química, historia, etc.) se caracterizan porque
ofrecen información acerca de lo que ocurre o hay en el universo.
La filosofía:
Su cometido consiste en buscar, analizar o esclarecer el
significado de las proposiciones
El principio de verificación
Verificación y significado
El criterio para decidir cuándo una proposición tiene
significado y cuál es este, en el caso de que lo tenga, fue expresado por los
neopositivistas en su famoso principio de verificación, o de
verificabilidad, que puede formularse, de modo general, de la siguiente manera:
solo se conoce el significado de una proposición cuando se conoce cómo puede
ser verificada.
La negación de la metafísica
Las expresiones de la metafísica carecen de significado
factual, la proposición «Dios existe». no puede ser verificada; no es posible
establecer ninguna observación o experimento que la confirme como tal. Esta
proposición, pues, carece de significado. que no se trata de que esta proposición
y otras de naturaleza semejante sean falsas, sino de algo mucho más
radical. En efecto, una proposición solo
puede ser falsa si afirma algo, si tiene significado. A juicio de los
neopositivistas, las proposiciones metafísicas no tienen significado, son
pseudoproposiciones.
La herencia de Hume
Algunos neopositivistas, como Carnap y Ayer, han comparado
el lenguaje de la metafísica con el de la poesía: las pseudo-proposiciones de
la metafísica no expresan hechos sino emociones.
El metafísico no es realmente un teórico, sino una especie
de poeta que expresa su actitud emocional ante el universo, ante la vida, etc.
Tampoco el poeta pretende describir hechos ni teorizar sobre el mundo, sino
expresar emociones y vivencias. Solo que el poeta, naturalmente, lo hace mejor,
con más belleza y con mayor éxito, que los filósofos empeñados en construir
discursos de tipo metafísico.
3. LA FILOSOFÍA ANALÍTICA: EL «SEGUNDO» WITTGENSTEIN
La diferencia radical entre las concepciones del lenguaje
características del «primer y del « segundo» Wittgenstein puede explicarse como
resultado del abandono de las tres tesis que exponemos a continuación, todas
ellas fundamentales en la teoría del lenguaje contenida en el Tractatus:
1) Los
hechos tienen forma lógica: Esta afirmación constituye el pilar fundamental
de la teoría del isomorfismo, del «lenguaje-retrato» de la realidad.
2) El
concepto de elemento simple no es absoluto, sino relativo a determinados
contextos: lo que en un caso se toma como simple puede ser tomado en otro caso
como algo complejo que ha de ser analizado.
3) El
significado de un término es su referente extralingüístico, es decir,
aquello a lo que el término se refiere (interpretación referencia) o denotativa
del significado).
El significado de un nombre no es el objeto nombrado si el
significado fuera efectivamente la realidad nombrada, las propiedades de esta
realidad deberían serlo del significado del término.
«Es importante observar que la palabra
"significado" se usa ilícitamente cuando se usa para significar la
cosa que "corresponde" a la palabra. Esto es confundir el significado
de un nombre con el "portador" del mismo»
La función elucidadora de la
filosofía
La filosofía no puede dedicarse ya a descubrir la
forma lógica correcta de las proposiciones. Los juegos lingüísticos
funcionan, y funcionan bien: la gente habla y se entiende; por lo general, no
suele haber problemas en las acciones e interacciones vinculadas con el
lenguaje. En definitiva, ha de reconocerse que el lenguaje está bien como
está: No se trata, por tanto, de corregir las sentencias desde las
exigencias de un lenguaje ideal, sino simplemente de entender el modo en que
se usan en cada caso
La herencia de Wittgenstein
A partir de su original manera de interpretar la
actividad filosófica, se desarrolló, especialmente en el mundo anglosajón, toda
una manera de hacer filosofía mediante el análisis del «lenguaje ordinario»
La consideración pragmática del lenguaje ha abierto nuevas perspectivas,
incluso para aquellas tradiciones filosóficas que estaban originalmente
alejadas de cualquier planteamiento de carácter lingüístico.
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