LA FILOSOFÍA DE TOMÁS DE AQUINO
(1225-1274)
1. RAZÓN Y FE
La relación entre la razón y la fe
La relación
del cristianismo con la filosofía viene determinada, ya desde sus inicios, por
el predominio de la fe sobre la razón. Esta actitud queda reflejada en el
"Credo ut intelligam" de San Agustín, tributario en este aspecto del
"Credo quia absurdum est" de Tertuliano, y que se transmitirá a lo
largo de toda la tradición filosófica hasta Santo Tomás de Aquino, quien replanteará la relación entre la fe y la razón, dotando a ésta de una
mayor autonomía.
No
obstante, también santo Tomás será, en este sentido, deudor de la tradición
filosófica cristiana, de carácter fundamentalmente agustiniano, aceptando el
predominio de lo teológico sobre cualquier otra cuestión filosófica, así como
los elementos de la fe que deben ser considerados como imprescindibles en la
reflexión filosófica cristiana ( el creacionismo, la inmortalidad del alma, las
verdades reveladas de la Biblia…)
Sin
embargo, esa relación de dependencia de
la razón con respecto a la fe será modificada sustancialmente por santo
Tomás de Aquino. A lo largo del siglo XIII, el desarrollo de la AVERROÍSMO LATINO había insistido, entre otras, en la teoría de la "doble verdad", según la cual habría
una verdad para la teología y una verdad para la filosofía, independientes una
de otra, y cada una con su propio ámbito de aplicación y de conocimiento. La
verdad de la razón puede coincidir con la verdad de la fe, o no. En todo caso,
siendo independientes, no debe interferir una en el terreno de la otra. Santo Tomás rechazará esta teoría,
insistiendo en la existencia de una única verdad, que puede ser conocida desde
la razón y desde la fe.
Sin
embargo, reconoce la particularidad y la independencia de esos dos campos, por
lo que cada una de ellas tendrá su objeto y método propio de conocimiento. La FILOSOFÍA se ocupará del conocimiento de las verdades
naturales, que pueden ser alcanzadas por la luz natural de la razón; y la TEOLOGÍA se ocupará del conocimiento de las verdades
reveladas, de las verdades que sólo puede ser conocidas mediante la luz de
la revelación divina. Ello supone una modificación sustancial de la concepción
tradicional (agustiniana) de las relaciones entre la razón y la fe. La
filosofía, deja, en cierto sentido, de ser la "sierva" de la
teología, al reconocerle un objeto y un método propio de conocimiento. No
obstante, santo Tomás acepta la existencia
de un terreno "común" a la filosofía y a la teología, que
vendría representado por los llamados "preámbulos" de la fe
(la existencia y unidad de Dios, por ejemplo). En ese terreno, la filosofía
seguiría siendo un auxiliar útil a la teología y, en ese sentido, Sto. Tomás se
refiere a ella todavía como la "criada" de la teología.
Pero,
estrictamente hablando, la posición de santo Tomás supondrá el fin de la
sumisión de lo filosófico a lo teológico. Esta distinción e independencia entre
ellas se irá aceptando en los siglos posteriores, en el mismo seno de la
Escolástica, constituyéndose en uno de los elementos fundamentales para
comprender el surgimiento de la filosofía moderna.
2.-LA
METAFÍSICA TOMISTA. LOS ELEMENTOS ARISTOTÉLICOS
La Suma Teológica se considera
la obra cumbre de santo Tomás, quien comienza en ella su discurso planteando el
problema teológico de la existencia de
Dios, pasando a continuación al tratamiento de otras cuestiones de carácter
teológico y, posteriormente, al estudio del ser creado. Es una buena prueba del
valor de la reflexión teológica en el conjunto del pensamiento tomista. No
obstante, la demostración de la existencia de Dios y otras cuestiones
teológicas están sometidas a determinados presupuestos metafísicos que es
necesario conocer y que constituyen el punto de partida de su filosofía. La
mayor parte de la metafísica tomista procede de
Aristóteles, aunque también hay elementos procedentes del platonismo
agustiniano y de la filosofía árabe, como veremos a continuación.
Al igual
que para Aristóteles, para Sto. Tomás la metafísica es la ciencia del
"ente en cuanto ente" y, como tal, la ciencia de las primeras causas
y principios del ser. Al igual que Aristóteles aceptará,
pues, la teoría de las cuatro causas, la teoría de la sustancia y la teoría del
acto y la potencia. Pero la necesidad de conciliar el aristotelismo
con el cristianismo le llevará a introducir una nueva estructura
metafísica, utilizada ya por Avicena: la de la distinción entre esencia y
existencia. Además, recurrirá a las teorías platónicas de la participación, de la causalidad
ejemplar y de los grados del ser.
La
teoría de las cuatro causas: en
el libro I de la Metafísica, después de haber identificado el verdadero
saber con el conocimiento de las causas del ser, Aristóteles nos presentaba las
cuatro causas de las que ya nos había hablado en la Física. Santo Tomás de
Aquino aceptará y adoptará la formulación aristotélica de la teoría de las
cuatro causas: la causa material, aquello de que está hecha una cosa; la
causa formal, lo que es una cosa; la causa eficiente, el agente que la produce;
y la causa final, el para qué de una cosa.
La
teoría de la sustancia: Igualmente
la sustancia es identificada con la entidad concreta y particular, constituida
por un compuesto indisoluble de materia y forma. En cuanto tal, es el modo
privilegiado de ser, el sujeto en el que inhieren los accidentes, las formas de
ser que no son sujeto sino que se dan en un sujeto. Acepta, por lo tanto, la
misma ordenación de las categorías accidentales que Aristóteles: cantidad,
cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, acción y pasión. ¿Es posible la existencia de sustancias que no estén compuestas de
materia y forma? Ha de serlo, si se pretende conciliar la filosofía
aristotélica con la revelación, que se refiere, al menos, a dos de ellas: los ángeles y Dios. Pero será preciso recurrir a otros
elementos metafísicos no aristotélicos, como veremos posteriormente, para poder
explicar su posibilidad.
La
teoría del acto y la potencia: también
con Aristóteles compartirá la distinción entre ser en acto y ser en potencia.
Por ser en acto se refiere, con Aristóteles, a la sustancia tal como en un
momento determinado se nos presenta y la conocemos; por ser en potencia
entiende el conjunto de capacidades o posibilidades de la sustancia para llegar
a ser algo distinto de lo que actualmente es. Junto con las dos teorías
anteriormente citadas dispone santo Tomás de todas las estructuras metafísicas
necesarias para dar cuenta de la realidad física, del mundo, pero no de Dios,
por lo que se verá forzado a recurrir a una nueva estructura metafísica de
procedencia no aristotélica: la de esencia y existencia.
3.-METAFÍSICA.
LA TEORÍA DE LA ESENCIA Y LA EXISTENCIA
La metafísica aristotélica conduce a una interpretación del
mundo difícilmente conciliable con el cristianismo: el mundo es eterno y está
compuesto de una multiplicidad de sustancias que, en cuanto tales, tienen la
misma entidad. ¿Cómo conciliar la eternidad del mundo con la creación?
¿Cómo conciliar la identificación del ser con la sustancia con la afirmación de
que hay una sustancia suprema, y radicalmente distinta de todas las demás?
La distinción que ya había establecido Avicena entre la esencia y la existencia será la respuesta que buscará santo
Tomás: además de las estructuras anteriormente citadas, y basada especialmente
en la teoría del acto y la potencia, habrá que distinguir en cada sustancia la
esencia de la existencia. La esencia está respecto a la existencia como la
potencia respecto del acto.
Por ejemplo, comprendemos lo que es
un hombre independientemente de que existan o no hombres, y lo mismo con
cualquier otra sustancia. La esencia sería, pues, una cierta forma de ser en potencia: para existir tendría que
ser actualizada por otra entidad que le diese la existencia, ya que nada puede
ser causa de su propia existencia. Por lo tanto, todas las cosas que existen son un compuesto
de esencia y existencia. En ese sentido son contingentes, es decir no tienen en
sí mismas la necesidad de existir, pueden existir o no existir.
¿De dónde les viene, pues, la existencia? Ha de proceder de otras sustancias que exista
eminentemente, es decir, de una sustancia cuya esencia consista en existir y
sea, por lo tanto, un ser necesario: Dios. Se establece así una
distinción o jerarquía entre los seres: Los contingentes, los que recibe su existencia; y el ser necesario, aquel en que la esencia y la existencia se
identifican.
La concepción de la esencia se modifica con respecto a la
concepción aristotélica: para Aristóteles la esencia venía representada
exclusivamente por la forma; para Sto. Tomás la esencia de los seres
contingentes comprende también la materia, y la esencia de los seres
espirituales se identifica exclusivamente con la forma, ya que carecen de
materia. Se establece pues una separación radical entre Dios y el
mundo, haciendo del mundo una realidad contingente, es decir, no
necesaria, y que debe su existencia a Dios, único ser necesario. Por lo
demás, en la medida en que la existencia representa el acto de ser se
establece una primacía de ésta sobre la esencia. Esta identificación del
ser con la existencia le permitirá a Sto. Tomás hablar de seres constituidos
por formas puras, como los ángeles y Dios, distinguiéndose en que los ángeles
reciben también la existencia de Dios. Le es posible, entonces, admitir sustancias
inmateriales, lo que desde una posición estrictamente aristotélica resultaría
difícilmente sostenible.
4.-LOS
ELEMENTOS PLATÓNICOS DE LA METAFÍSICA TOMISTA
La distinción entre la esencia y la existencia podría bastar
para dar una explicación jerárquica de la realidad, partiendo de Dios como ser
necesario. Sin embargo santo Tomás recurre a la teoría neoplatónica de los grados
del ser, estableciendo una jerarquía que va de los seres inanimados a Dios, pasando por los seres
vegetativos, los sensitivos y los racionales, en el mundo material, y por los
ángeles en las esferas celestes.
Recurre también a las teorías platónicas de la participación y la
causalidad ejemplar: los
seres contingentes reciben la existencia de Dios, por lo que su existencia
participa de alguna manera de la existencia de Dios, el único ser necesario, lo
que conduce a Sto. Tomás a similares dificultades a las que la teoría de la
participación había conducido a Platón, aunque ahora en un plano más
estrictamente teológico.
La consideración de Dios como causa ejemplar, teorizada por San
Agustín, según la cual las Ideas de todas las cosas están en la mente
de Dios, es parcialmente aceptada por santo Tomás, a través de su
interpretación "analógica" del ser. En la medida en que todas las
sustancias reciben la existencia de Dios, el ser no les pertenece propiamente
sino que lo tienen por analogía con Dios; y lo mismo ocurre con las demás
perfecciones.
5.-LA
TRADICIÓN TEOLÓGICA Y EL TOMISMO
Santo Tomás
se encontrará con un relativamente amplio desarrollo del pensamiento
filosófico (aún al servicio de la fe) y con una nueva explicación de la
realidad (el aristotelismo) que se había desarrollado en Europa recientemente y
era conocida como "averroísmo latino". Hasta entonces la filosofía
occidental se había mantenido en el marco de la tradición platónica, (versión
dada ya por San Agustín). Santo Tomás romperá parcialmente con dicha tradición
adoptando el aristotelismo como base de su pensamiento filosófico.
Romperá
también con la tradición al adoptar una nueva postura respecto a las relaciones
entre razón y fe. La filosofía no será concebida ya como la simple "criada
de la teología". Pero tampoco excluye la colaboración entre ambas, y aún
una cierta sumisión de la razón a la fe en las cuestiones en que la razón no
pueda definirse.
Así, tanto
la adopción del aristotelismo como su concepción de la naturaleza de la
relación entre razón y fe, conducirán a Sto. Tomás al desarrollo del "realismo filosófico", replanteando de un modo
radicalmente nuevo numerosas cuestiones que hasta entonces se habían
considerado ya decididas.
6.-LA
EXISTENCIA DE DIOS
Por lo que
respecta la existencia de Dios Sto
Tomás afirma taxativamente que no es una
verdad evidente para la naturaleza humana, (para la razón,) por lo que,
quienes la afirmen, deberán probarla. La existencia de Dios, nos dice, es
evidente considerada en sí misma, pero no considerada respecto al hombre y su
razón finita y limitada. Tanto es así que ni siquiera las diversas culturas o
civilizaciones tienen la misma idea de Dios (judaísmo, islamismo, cristianismo,
politeísmo...) e, incluso, ni siquiera todos los hombres pertenecientes a la
misma cultura poseen la misma idea de Dios. Si la existencia de Dios no es una
verdad evidente para nosotros es necesario, pues, que sea demostrada de un modo
evidente para la razón, de un modo racional, en el que no intervengan elementos
de la Revelación o de la fe.
¿Qué tipo
de demostración hemos de elegir? No
podemos partir de la idea de Dios, ya que eso es precisamente lo que se trata
de demostrar, lo que se trata de conocer. Tampoco podemos recurrir a la
demostración "a priori ",
puesto que esta demostración parte del conocimiento de la causa para llega al
conocimiento del efecto: pero Dios no tiene causa. Sólo nos queda, pues, partir
del conocimiento que proporciona la experiencia humana, de los seres que
conocemos, tomados como efectos, y remontarnos, a través de ellos, a su causa,
es decir, argumentando " a
posteriori ".
Siendo tal la posición de Sto. Tomás comprendemos por qué
criticará duramente el argumento ontológico y rechazará su validez. El argumento ontológico de San Anselmo
toma como punto de partida la idea de Dios como ser perfecto, pero tal idea,
dice Sto. Tomás, procede de la creencia, de la fe, y no tiene por qué ser
aceptada por un no creyente. Pero además, el argumento de San Anselmo contiene
un paso ilegítimo de lo ideal a lo real: pensar algo como existente no quiere
decir que exista en la realidad.. Para Sto. Tomás la existencia sólo puede ser
alcanzada si partimos de la existencia y argumentamos a partir de ella. Y la
única existencia indudable para nosotros es la existencia sensible. Por ello desarrollará
sus cinco pruebas de la existencia de
Dios a partir siempre de la experiencia sensible, la primera pero no la
única forma de experiencia que el hombre conoce...
6.1.-Las cinco vías de la
demostración de la existencia de Dios
En la "Suma Teológica", primera parte, capítulos 2
y 3, encontramos formuladas las cinco pruebas tomistas de la demostración de la
existencia de Dios, (conocidas como las "cinco
vías"), que se exponen a continuación:
Primera vía: Movimiento:
Nos consta
por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero todo lo que se
mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible
hemos de admitir la existencia de un primer motor no movido por otro, inmóvil.
Y ese primer motor inmóvil es Dios.
"La primera y más clara se funda en el movimiento. Es
innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay
cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que
nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que
se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa
que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo
que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace
que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto.
Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en
potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr.,
es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia
es, a la vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la
misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por
consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a
otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro.
Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y,
por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no
mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que
un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario
llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos
entienden por Dios."
Segunda vía: Eficiencia:
Nos consta
la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí mismas, ya que
para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible.
Además, tampoco podemos admitir una serie infinita de causas eficiente, por lo
que tiene que existir una primera causa eficiente incausada. Y esa causa
incausada es Dios.
Tercera vía: Contingencia:
Hay seres
que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son necesarios; si
todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo
que deben tener su causa, pues, en un primer ser necesario , ya que una serie
causal infinita de seres contingentes es imposible. Y este ser necesario es
Dios.
Cuarta vía: Grados de perfección:
Observamos
distintos grados de perfección en los seres de este mundo (bondad, belleza,...)
Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la
comparación, un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y ese ser
supremo es Dios.
Quinta vía: Finalidad:
Observamos
que seres inorgánicos actúan con un fin; pero al carecer de conocimiento e
inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser
inteligente. Luego debe haber un ser sumamente inteligente que ordena todas las
cosas naturales dirigiéndolas a su fin . Y ese ser inteligente es Dios.
Además de estas cinco vías, Sto Tomás propondrá otras tres vías que nos acerquen más al conocimiento de Dios: vía
analógica, vía negación, vía eminencia
7.-LA
TEOLOGÍA DE LA CREACIÓN
Respecto al
tema de la creación, Sto. Tomás, a
pesar de la raíz aristotélica de su pensamiento, seguirá la tradición
agustiniana, conciliándola con su explicación de la estructura metafísica
esencia/existencia. Según ella todos los seres se compones de esencia y
existencia, excepto Dios, en quien la esencia se identifica con la existencia.
Sólo Dios, por lo tanto, es un ser necesario, pues sólo él debe su
existencia a su propia esencia: su esencia
es existir. Los demás seres reciben la existencia del ser necesario, ya se
trate de seres materiales o inmateriales.
Al igual que el resto de los filósofos medievales
tributarios de la tradición cristiana Santo Tomás afirmará la creación
"ex nihilo", es decir, la creación del mundo mediante un
acto de Dios totalmente libre, radical y originario. La nada no representa una
materia informe preexistente, sino la inexistencia absoluta; y no puede tomarse
como la causa de la creación, pues ésta es sólo obra de Dios. El mundo tampoco
es creado por "emanación" necesaria de la naturaleza divina
(Plotino): Dios no está sujeto a ninguna necesidad, sino que crea libremente.
El mundo
podría no haber sido creado, o haber sido creado de otro modo, tal como había
defendido ya San Agustín, admitiendo incluso la creación de un mundo que a
nosotros pudiera parecernos absurdo y en el que 2 y 2 fueran 5. Por lo demás,
en cuanto a saber si la creación ha tenido lugar en el tiempo Sto. Tomás afirma
que la razón no puede zanjar esa cuestión, ya que tanto la tesis como la
antítesis son indemostrables para la razón. Se adhiere, por ello, a lo que
manifiesta la Revelación: que la creación tuvo lugar en el tiempo.
Por último, en cuanto al problema del mal en el mundo, afirma que Dios lo ha permitido (tanto el físico
como el moral) para obtener un beneficio mayor: la libertad de la voluntad y el
perfeccionamiento del mundo.
8.- ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA
También la concepción del ser humano en Sto. Tomás
está basada en la concepción aristotélica. Pero, al igual que ocurre
con los otros aspectos de su pensamiento, ha de ser conciliada con las creencias básicas del cristianismo: la inmortalidad del alma y la creación. El ser humano es un compuesto
sustancial de alma y cuerpo, representando el alma la forma y el cuerpo la
materia de dicha sustancia. Sto. Tomás afirma la unidad hilemórfica del ser humano, que constituye una unidad en la
que existe una única forma sustancial, el alma racional, que informa inmediata
y directamente a la materia prima constituyendo el compuesto
"hombre".
Del mismo modo que Aristóteles había concebido la existencia
de una sola alma en el ser humano, que engloba las funciones vegetativa y sensitiva,
santo Tomás afirma que esa única alma es la que regula todas las funciones del
"hombre".
El alma se sigue
concibiendo, pues, como principio vital y como principio de conocimiento, pero
se rechaza la interpretación platónica de la relación entre el alma y el
cuerpo, en el sentido de que Platón había atribuido al alma, y no
al ser humano, esas funciones vitales y cognoscitivas, mientras que la
interpretación hilemórfica de santo Tomás le llevará a atribuir esas funciones
al "hombre": es el ser humano, el individuo, el que vive y conoce, el
que razona y entiende, el que imagina y siente. Todo ello es imposible sin
tener un cuerpo, por lo que éste ha de pertenecer al "hombre" con el
mismo derecho que le pertenece el alma.
La relación del alma y el cuerpo es una
relación natural, no una situación forzada y antinatural, según la
cual estaría el alma en el cuerpo como el prisionero en la celda. No obstante,
dada la necesidad de explicar la inmortalidad del alma,
santo Tomás afirmará que en ella existe ciertas facultades que le pertenecen
como tal, y que no dependen para nada de su relación con el cuerpo. Otras
pertenecen al compuesto "hombre" y no pueden ser ejercidas, por lo
tanto, sin el cuerpo. Por supuesto, la intelección es una facultad
que le pertenece al alma incluso en su estado de separación del cuerpo, en
cuanto tiene como objeto de conocimiento no los cuerpos, sino el ser. La
facultad de su potencia del alma puede ser clasificadas en tres grupos
jerárquicamente relacionados: las facultades o potencias vegetativas, las
sensitivas y en las racionales.
Tenemos, pues, una clasificación similar a la
aristotélica. No se trata de tres tipos de alma, sino de tres
facultades o potencias de la misma alma racional. En sus funciones vegetativas
el alma se ocupa de todo lo relacionado con la nutrición y el crecimiento. En
sus funciones sensitivas el alma regula todo lo relacionado con el
funcionamiento de los sentidos externos, así como
la imaginación y la memoria, actividades que se corresponde en las funciones del
alma vegetativo de los animales. En sus funciones racionales santo Tomás
distingue como facultades propias del alma el entendimiento (agente y
paciente) y la voluntad, con la que trata
de explicar el deseo intelectual, quedando el sensitivo explicado por las
funciones sensitivas del alma. A pesar de que todas ellas proceden de la misma
alma racional, se pueden distinguir "realmente" entre sí, dado que
tienden a aplicarse a distintos objetos (para Sto. Tomás, la definición de una
facultad o de la ciencia viene dada por el objeto al que se aplica, su objeto
formal).
Quizá la novedad más significativa con respecto a
Aristóteles sea el tratamiento que hace santo Tomás de la voluntad. Por
su misma naturaleza la voluntad está
orientada al bien en general, es decir, la felicidad, la beatitud. ¿Quiere eso
decir que el "hombre" está inevitablemente determinado en su comportamiento?
No, dice Sto. Tomás, ya que el "hombre" dispone del libre albedrío para elegir su conducta.
El libre albedrío no es algo distinto de la voluntad, sino la voluntad
misma en el ejercicio de la elección de los medios para conseguir su fin,
la capacidad por la que un "hombre" es capaz de juzgar libremente, en
cuanto a la elección de los medios que le permiten alcanzar el fin de su
conducta.
Para Aristóteles, dada la imposibilidad de existencia de formas separadas, la inmortalidad del alma queda descartada, en contra de lo que
afirmaba Platón. Se discute si Aristóteles aceptaba o no una cierta
inmortalidad del entendimiento y, en ese caso, si la inmortalidad afectaría a
la sustancia individual o a la forma universal. Santo Tomás afirmará, por el contrario,
la inmortalidad individual.
¿Es compatible esta afirmación con el hilemorfismo? Sto.
Tomás defenderá la inmortalidad del alma apoyándose en su inmaterialidad, (el
alma es inmaterial, luego no es corruptible, luego es inmortal, un argumento
similar al que ya había utilizado Platón en el Fedón), y en el ansia de
inmortalidad del "hombre": un deseo de inmortalidad
9.- TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Sto. Tomás
no se ocupó específicamente de desarrollar una teoría del conocimiento, del modo en que se ocuparán de ello los
filósofos modernos. Al igual que para la filosofía clásica, el problema del
conocimiento se suscita en relación a otros problemas en el curso de los cuales
es necesario aclarar en qué consiste conocer. En el caso de santo Tomás esos problemas serán fundamentalmente teológicos y psicológicos. No obstante,
la importancia que adquirirá el estudio del conocimiento en la filosofía
moderna hace aconsejable que le dediquemos un espacio aparte.
Todo
nuestro conocimiento comienza con los sentidos;
siguiendo la posición aristotélica al respecto, santo Tomás, habiendo rechazado
las Ideas o formas separadas, estará de acuerdo con los planteamientos
fundamentales del estagirita. El alma, al nacer el hombre, es una "tabula
rasa" en la que no hay contenidos impresos. Los objetos del conocimiento
suscitan la actividad de los órganos de los sentidos, sobre los que actúan,
produciendo la sensación, que es un acto
del compuesto humano, del alma y del cuerpo, y no sólo del alma como pensaba
Platón. Para que haya conocimiento es necesario, pues, la acción conjunta de
ambos, por lo que la posibilidad de una intuición intelectual pura, que ponga
directamente en relación el intelecto y el objeto conocido, queda descartada.
Santo Tomás
seguirá la explicación del conocimiento ofrecida por Aristóteles. El objeto propio del conocimiento intelectivo
es la forma, lo universal; pero esa forma sólo puede ser captada en la sustancia. Por lo tanto, es necesario
que la sustancia, la entidad concreta e individual, sea captada mediante los
sentidos, para poder ofrecer al entendimiento su objeto propio de conocimiento.
Esta actividad primaria es realizada por los
sentidos, quienes, en colaboración con la imaginación y la memoria, producen una imagen sensible
("phantasma") de la sustancia, que sigue siendo una imagen concreta y
particular; sobre esa imagen actuará el entendimiento
agente, dirigiéndose a ella para abstraer la forma o lo universal,
la "especie inteligible",
produciendo en el entendimiento paciente
la "species expressa", que es el concepto universal. El proceso de abstracción consiste, pues, en
separar intelectualmente lo universal, que sólo puede ser conocido de esta
manera. La consecuencia es la necesidad de tomar como punto de partida la experiencia
sensible en todo conocimiento. También en el conocimiento de las cosas divinas,
por lo que Sto. Tomás adoptará el método "a posteriori" en su
demostración de la existencia de Dios a través de las cinco vías.
Aunque el punto de partida del conocimiento sea lo sensible,
lo corpóreo, su objeto propio es la forma, lo inmaterial. ¿Qué ocurre entonces con aquellas sustancias no materiales? Para
Sto. Tomás está claro: no es posible tener en esta vida un conocimiento directo
de ellas (los ángeles y Dios). El conocimiento de estas sustancias sólo se
puede obtener por analogía, en la medida en que podamos tener un conocimiento
de los principios y de las causas del ser.
10.- ÉTICA Y POLÍTICA
- EL CONCEPTO TOMISTA DE NATURALEZA HUMANA.
Tomás de Aquino acepta del
aristotelismo que la felicidad es el fin último del hombre, y que el
conocimiento de la naturaleza humana permite especificar un conjunto de normas
morales que constituyen la ley natural. Aquino continuando la tradición
filosófica griega, se vuelve a un análisis de la naturaleza humana.
Las reflexiones de los griegos
habían puesto de manifiesto dos formas fundamentales de interpretar la naturaleza
humana como fuente de normas de conducta: la concepción mecanicista y la
finalista. En efecto, la pregunta por la naturaleza como norma de conducta
puede plantearse de dos maneras radicalmente distintas. Puede preguntarse, en
primer lugar, como hicieron los sofista y, después, Epicuro, qué mueve de
hecho a los seres humanos a obrar. A esto puede contestarse que lo que
realmente les mueve es la consecución del placer y el alejamiento del dolor.
Esta respuesta, basada en una interpretación mecanicista de la naturaleza, da
lugar a una ética de los móviles, a una ética atenta a descubrir los
móviles o impulsos que fácticamente determinan la conducta humana.
En segundo lugar, la pregunta por
la naturaleza humana como fuente de normas de conducta puede formularse
inquiriendo cuál es el fin a cuyo cumplimiento está orientado el ser humano.
Esta fue la línea emprendida por Platón y desarrollada por Aristóteles. En este
caso, no se trata de saber qué mueve al ser humano a obrar, sino dónde se
hallan el perfeccionamiento y la plenitud humanas. Esta orientación da lugar a
una ética de los fines, a una ética basada en la perfección o
cumplimiento de las exigencias de la naturaleza humana. Tomás de Aquino,
siguiendo a Aristóteles, se adhiere a esta concepción finalista, teleológica,
de la existencia humana.
- EXISTENCIA DE LA LEY NATURAL.
De acuerdo con la teleología
aristotélica, Aquino afirma que el ser humano, al igual que cualquier otro ser
natural, posee ciertas tendencias enraizadas en su naturaleza. El término tendencia
no debe inducir a error; esta palabra adquiere a menudo, en psicología, un
sentido mecanicista, como impulso o predisposición que determina la conducta
del individuo. Pero aquí, obviamente, no ha de entenderse como pulsión, sino
como línea de conducta orientada a un fin específico.
La naturaleza humana posee
ciertas tendencias. Esto es algo que el ser humano tiene en común con el resto
de los seres naturales, ya que la existencia de fines es un rasgo específico de
la naturaleza como tal, y no exclusivamente de la naturaleza humana. Ahora
bien, el hombre se distingue de los otros seres naturales por su racionalidad,
porque sólo él es capaz de conocer sus propias tendencias y, por tanto,
sólo él puede deducir ciertas normas de conducta encaminadas a darles el
cumplimiento adecuado. De este modo se demuestra la existencia de la ley
natural: como ser racional que es, el hombre puede formular ciertas normas de
conducta de acuerdo con las exigencias
de su propia naturaleza.
- CONTENIDO DE LA LEY NATURAL.
El contenido de la ley natural se
deduce del repertorio de las tendencias naturales del ser humano, que Aquino
clasifica en tres órdenes:
- En tanto que sustancia, y por tanto, al igual que
cualquier otra, el ser humano tiende a conservar su propia existencia.
El cumplimiento de esta tendencia impone el deber moral de procurar la
conservación de aquella.
- En tanto que animal, el ser humano tiende a procrear.
De esta tendencia cabe deducir ciertas normas de conducta relativas a la
consecución del fin de la procreación y cuidado de los hijos.
- En tanto que ser racional, el hombre tiende a conocer
la verdad y a vivir en sociedad. La sociedad implica la ordenación
racional de la convivencia con vistas a la consecución de ciertos fines y,
por tanto, es algo específicamente humano, que no puede confundirse ni
identificarse con la manada o el rebaño. De estas tendencias surgen las
obligaciones morales de buscar la verdad y respetar las exigencias de la
justicia.
- PROPIEDADES DE LA LEY NATURAL.
Dado que la ley moral natural se
deduce de las tendencias de la naturaleza misma, su contenido es evidente,
universal e inmutable. La primera de estas propiedades, la evidencia, viene
exigida por la función que le corresponde cumplir a la ley natural: como ha de
ser norma objetiva orientadora de la conducta para todos los seres humanos, sus
preceptos han de ser fácilmente cognoscibles, de modo que todos los hombres
puedan conocerlos. En cuanto a las otras dos propiedades, la universalidad
y la inmutabilidad de la ley natural, vienen dadas por el concepto de
naturaleza, entendida como lo común a todos los seres humanos a pesar de sus
diversidades culturales, raciales, etc, y como lo que permanece constante
a través de las mutaciones históricas,
etc, a que se halla sometido el ser humano.
- LEY NATURAL Y LEY POSITIVA.
Tomás de Aquino formula las
relaciones entre la ley natural y la ley positiva (las relaciones entre Phycis
y nomos) de un modo sistemático y preciso:
- En primer lugar, la ley positiva es una
exigencia de la ley natural misma. En efecto, la ley natural impone la
vida en sociedad y esta sólo es posible sobre la base de unas normas
legales que regulen la convivencia. La ley positiva no es, pues, el mero
resultado de una imposición caprichosa por parte de los más fuertes o de
un arbitrario convenio entre iguales, sino algo exigido por la naturaleza
misma del hombre en cuanto ser
social.
- En segundo lugar, la ley positiva constituye una
prolongación de la ley natural; su contenido viene a concretar las
normas naturales que, dadas sus características, no descienden a una
ordenación detallada de la convivencia humana.
- Por último, las exigencias de la ley natural han
de ser respetadas por la legislación positiva. La ley natural
constituye, pues, la norma o marco que señala los límites dentro de los
cuales ha de organizarse moralmente la convivencia humana.
Esta forma de interpretar las
relaciones entre la ley natural y la ley positiva pone de manifiesto que Tomás
de Aquino no concibe el mundo del derecho y el mundo de la moral como dos
reinos desconectados e independientes. El derecho se halla incardinado en la
moral y el punto de incardinación no es otro que la idea de justicia. En
efecto, la justicia, como exigencia de dar a cada uno lo suyo, es una exigencia
moral y es también el fundamento del derecho.
- LA LEY NATURAL Y EL ORDEN DEL UNIVERSO.
La ley natural, en cuanto
principio ordenador de la conducta humana, no es algo desconectado del orden
general del universo en que el hombre se halla inserto. La totalidad del universo
está sometida a una ordenación que Tomás de Aquino, de acuerdo con la doctrina
cristiana de la creación, hace depender de Dios como causa creadora del
universo. Esta ordenación divina del universo recibe el nombre de ley eterna
(concepto que se halla en San Agustín y que procede, en último término, de
Heráclito).
La ley eterna es definida por
Aquino como “la razón de la sabiduría divina en tanto que rectora de todos los
actos y movimiento”. Ahora bien, esta ordenación general del universo no regula
del mismo modo el comportamiento humano y el de los otros seres naturales. El
comportamiento de estos es regulado a través de leyes físicas a cuyo
cumplimiento no pueden sustraerse, ya que carecen de libertad. El hombre, por
el contrario, es un ser libre, por lo que su conducta no es ordenada por leyes
físicas, sino por una ley moral que respeta su libertad. Según Aquino, la
ley natural es aquella parte de la ley eterna que se refiere específicamente a
la conducta humana.
- INFLUENCIAS RECIBIDAS.
Influencias culturales griegas.
Aristóteles entró en la cultura de Occidente de la mano de los pensadores
islámicos, especialmente de Averroes. Aquino tuvo la audacia de continuar esta
línea de investigación de la única forma que podía hacerse en el mundo
medieval: adoptó los principios filosóficos de Aristóteles desde la teología
cristiana, inspirada en San Agustín. El problema era hasta dónde aceptar las
teorías aristotélicas sin contradecir la fe cristiana. A Santo Tomás le estaba
reservado intentar la reconciliación del sistema de Aristóteles con la
teología cristiana. De esta forma, el cristianismo conectó con el pasado
cultural griego. También incorporó tesis puntuales de Platón (por ejemplo, la
cuarta vía) y del estoicismo (por ejemplo, el gobierno del universo por la
razón).
De la filosofía aristotélica toma la doctrina relativa al
movimiento, el hilemorfismo, la distinción entre esencia y existencia, así como
entre sustancia y accidente, las causas, la teología natural, el
sustancialismo, la doctrina psicológica de las tres almas, la tesis del alma
como forma del cuerpo, la teoría del conocimiento, la concepción del
entendimiento, la ética y la política (teleología, sociabilidad natural del ser
humano).
Aquino plantea las pruebas de la existencia de Dios desde la
visión del mundo griego (platónica-aristotélica) vigente en su tiempo. Cuando
la visión griega del mundo sea sustituida por otra visión como la renacentista
y desaparezca la ingenuidad acerca del conocimiento que aportan los sentidos,
las pruebas tomistas irán perdiendo vigencia y convicción teórica. Las obras de
Copérnico, Galileo y Newton ofrecerán un nuevo modelo de universo que exigirá
una profunda revisión de las pruebas medievales tomistas.
Además de las influencias griegas
mencionadas, Aquino incluyó en su doctrina algunos aspectos de los pensadores
musulmanes que habían traducido a Aristóteles y del filósofo judío Maimónides.
Presupuestos y autores
cristianos. Por lo que respecta a los pensadores cristianos, en Santo Tomás
influyen principalmente San Agustín y San Anselmo. En su tiempo, Aquino tuvo
que combatir las herejías para evitar que entraran errores en la fe cristiana.
Uno de los presupuestos
fundamentales del cristianismo fue el concepto de creación y con ella la
concepción de la vida, la muerte y la historia, que no son ni circulares ni
cíclicas, como lo habían sido en Grecia. Igualmente son cristianos los temas de
la libertad, el mal como pecado, la felicidad como bienaventuranza, y la
subordinación del Estado a la comunidad de los creyentes. Basándose en estos
presupuestos santo Tomás da un enfoque cristiano a los problemas griegos.
8.
REPERCUSIÓN DE LA DOCTRINA DE TOMÁS DE AQUINO.
Innovación y polémica. La
introducción por parte de Aquino de la tradición aristotélica contó con la
oposición de las universidades y de los frailes franciscanos.
Solo en el primer tercio del siglo XIV es aceptado el
tomismo, y desde 1879, con la encíclica Aeterni Patris, de León XIII, es
propuesto como la doctrina oficial de la iglesia. En 1914 se promulgaron los
principales puntos de su doctrina en forma de 24 tesis. Y en 1931 la iglesia
establece para sus centros de enseñanza superior los principios de la doctrina
de Aquino.. desde mediados del siglo XIX, en la universidad de Lovaina
(Bélgica) se viene renovando el tomismo, con el nombre de neotomismo.
La aceptación de Aquino es
paralela al rechazo por la iglesia del modernismo, una corriente de
pensamiento procedente de la ilustración que rompe con la imagen bíblica y
medieval del mundo, afirmando la autonomía de la razón, la ciencia, la
historia, la democracia moderna, etc., estableciendo un nuevo paradigma y
rompiendo con el pasado.
Santo Tomás es la culminación de
la escolástica cristiana y, por eso mismo, el comienzo de su crisis, sobre todo
a partir de la crítica de Ockham al sustancialismo y a la teoría aristotélica
sobre los conceptos universales. El rechazo del realismo de Santo Tomás tendrá
su expresión más crítica dentro de la filosofía inglesa, en el empirismo del
siglo XVII, culminando las teoría de Ockham, y en el método cartesiano de la
duda. Puesta esta en la base del sistema aristotélico-tomista (los sentidos son
fuente cierta de conocimiento), todo el sistema caerá por tierra, en virtud,
incluso, de un principio aceptado pro el propio Santo Tomás: un error leve en
el punto de partida es un gran error en el punto de llegada.
Moral católica. Por otra
parte, la concepción tomista de la naturaleza humana, con su propuesta de la
ley natural, es la base de la moral católica, aunque se formule hoy de modos
diferentes, por ejemplo, como condición humana, para evitar la sensación de
rigidez e inmovilidad. Algunos ven en la ley natural un remoto y primer
referente de los Derechos Humanos, en cuanto son inherentes a toda la
especie humana por naturaleza.
Conflictos con la ciencia.
En cuanto a su propuesta de relaciones entre razón y fe, la iglesia la
aprovecha para explicar conflictos relacionados con algunas teorías
científicas, que establecen otras visiones para el universo de los seres
humanos. Por ejemplo, históricamente, el heliocentrismo y el evolucionismo han
exigido importantes ajustes en la interpretación tradicional para que no se
produjeran contradicciones, porque la lectura e interpretación literal de la
Biblia implica el fijismo y el geocentrismo.
Autonomía filosófica. La
situación histórica es actualmente muy diferente a la del momento tomista. La
introducción de Aristóteles supuso para los medievales un importante reto en el
desarrollo de las potencialidades de la razón como instrumento filosófico
único. Esto llevaría después a la independencia de la teología, y a la
construcción de una filosofía autónoma que ha integrado, incluso, contenidos
cruciales de la misma teología. Esto ocurre hoy en la filosofía de la religión,
que rompe los contenidos dogmáticos y confesionales sin temer el análisis de
temas tan variados y abiertos cono la justificación de la creencia cristiana,
el significado de Dios, Dios y el tiempo, el tratamiento de la religión desde
la fenomenología, el hecho religioso, la dificultad del cristianismo, la
crítica a la religión como
liberación humana, la fe
filosófica, la religión atea, religión y magia, secularización, lo sagrado como
violencia, etc. La filosofía sigue su propio camino.
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